Lo sé, me declaro culpable.
Noches interminables de incuantificable trabajo. Días también. Los últimos meses han pasado cual TGV. No ha habido recompensa de esas con las que te das gustos materiales. Sin embargo, hay recompensas más llegadoras: las del ego. Felicitaciones, reconocimientos, gente sorprendida, sonrisas y palmadas. Me bastan cuando vienen con sinceridad.
Y los sueños exóticos no son precisamente de un futuro mejor. Llamémosles basura psíquica, llamémosles premoniciones, llamémosle como le llamemos han sido todo menos cotidianos.
La lista:
Al menos un par de veces los dientes se caen y me los trago... no, no es vanidad... porque ni siquiera me preocupo por cómo me veré o me veo al espejo, simplemente me molesta tragarmelos y los escupo.
Los gusanos, también en un par de ocasiones. La primera salían de mi compu muerta (mencionaremos que el sueño sucedió antes de que muriera). Como si fuera un perro atropellado y olvidado a mitad de carretera que cuando explota deja salí a los retorcidos animalitos, así mi compu. Gusanitos miles, diminutos grises y amarillos... asquerosos y yo más por aplastarlos con la mano. La segunda vez fueron gusanos "mágicos", por alguna extraña razón seguía a la gente hacia un retiro-rally en una de las paradas debías pasar a la sala y contar tus 288 gusanos, aquellos que te dirían tu futuro. Por supuesto me dio flojera contar y sólo me dediqué a observarlos y tratar de acercarme... gusanos más chic que los del primer sueño. Estos tenían joyas rojas y verdes... y su colita era un enchufe (no, no me metí ninguna droga, lo juro). Después de ellos acerqué mi mano a los gusanos dorados cola de ratón... y ellos se acercaron a mí, así fue cómo descubrí cual huevos de pascua los miles de gusanos que me rodeaban.
El último, sobrinos a la vista... sobrinitos morenos. No no soy racista (o quizás sí, en el fondo, pero lo superé). Como decía, sobrinitos que ya hablaban y me abrazaban con todo el cariño que puede demostrarte un pequeño infante, lo mejor... "hablar" con él.
Sigo loca... lo saben. Tengo mil cosas que contar (o no). Pero el tiempo, se ha encogido. Supongo que perdí contra los hombres grises.
miércoles, julio 30, 2008
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