Y es que me daba un poco de envidia que el señor de los lunares se viera tan feliz con su nueva amiga. Pasaba muchas horas en su compañía y no conforme con eso, le ayudaba a complementar el régimen. Fue entonces cuando dije que yo quería unirme a la alegría. Pero ahí quedó, entre una cosa y otra, pasó el tiempo y nunca me uní.
Mi pequeño amigo Manuelito se sorprendió porque no tenía una y me dijo que debía remediarlo para pasear juntos. Tampoco le hice caso.
Varias veces acompañé al buen R a comprar nuevos aditamentos. Después de idas y venidas nunca me decidía, que si por el dinero que si por esto o lo otro.
Hace como un mes, el sr. R me convenció de intentarlo. Cruda y todo, salimos a buscar el lugar en donde las prestaban. Con chaleco y casco, sin un gramo de comida o azúcar, comenzamos el recorrido. Fue extraño al principio, como bien dicen, lo bien aprendido jamás se olvida. Pero eso sí, cómo se oxida! Al cabo de unos minutos tenía más control. Pero ya después de un rato la falta de condición y la propia condición post-ebriedad hicieron mella. Tendida en la banqueta, el mundo mucho más brillante de lo normal y con una descompensación que me hacía volar. Pero contenta, ahí fue el principio del fin del principio.
Hoy por fin me decidí. Sin el guía preferido decidí ir por mi pequeña. Curioso día elegí. El ciclotón estaba con todo en la ciudad y yo queriéndome unir... Al fin llegué, previa búsqueda en internet y dos que tres explicaciones del argot correspondiente, mi elección estaba hecha.
Ahora sólo me queda desempolvar esas habilidades de la infancia y sentir el viento en mi cara :P
Les presentó a mi bici roja! no se preocupen tengo todo el kit (casco, luces y cadena incluidos) A ver ahora quién se une a mí...
Por cierto, un pensamiento desde el fondo de mi corazón para el maldito simio que en Brujas no podía con la bici : ) Te quiero!
