Nada ha sido lo mismo después de sexto sentido y los otros... Algún mecanismo se averió y ahora me encuentro aterrada en las películas del género terror y casi en cualquier situación de temor. Podemos culpar a la señorita Emily Rose y su estúpido exorcismo... desde ese día despertar en la madrugada significa ver el reloj para comprobar que no sean las tres y que no huele a quemado. Y por supuesto... Japón tiene la culpa, la exportación del miedo psicológico es lo peor.
Hoy a la 1.25 am tuve un episodio. Me desperté inquieta, mi mano apretaba la muñeca opuesta. Las sombras del cuarto se volvieron insoportables. Las palpitaciones retumbaban en mis oídos. La intranquilidad absoluta. El cuarto vacío y el miedo que recorría todo mi cuerpo.
La pesadilla: caminando por los pasillos de una escuela. Un señor y dos niños se acercaban a la gente. Niños azules, niños japoneses, niños ahogados que pedían dinero. Los pasaba de largo una y otra vez hasta que decidieron que ya era suficiente de mi indiferencia y comenzaron a perseguirme. Niños con los ojos en blanco morados de hipotermia aventando un par de monedas.
Todavía me palpita el corazón cuando lo recuerdo. Nadie a quién recurrir para consolarme. Sólo fui capaz de prender la luz, enviar un mensajito y esperar a que el cansancio me devolviera el sueño (no la pesadilla).
lunes, agosto 06, 2007
El terror japonés
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
jajajaja aun me recuerdo de emily rose y tus miedos traducidos en ojeras... sòlo tù marikits, tienes demasiada imaginaciòn-realidad en la mente
Publicar un comentario